miércoles, 5 de febrero de 2020

MOMENTOS MEMORABLES


Supongo que se irá complicando conforme vaya avanzando el año y venga el buen tiempo, pero de momento, con una segunda semana en Australia cargada de agua y tormentas, puedo sacar un ratito para hacer balance de la llegada, primera semana y primeras impresiones del que va a ser mi próximo destino como mínimo este año 2020. Os invito a todos/as los que tengan un poquito tiempo e interés a descubrir este lado del mundo que nunca pensé que visitaría.

¡¡Bienvenidos a la nueva aventura de una española por el mundo en  AUSTRALIA!!


MOMENTOS QUE NUNCA SE OLVIDAN

Da igual dónde viajes. El momento que se quedará grabado en tu retina por el resto de tu vida es el momento en el que llegas a tu destino. Si tienes suerte de llegar en tren o en algún otro medio de transporte terrestre o marítimo, tu mente se puede ir preparando para la llegada y parece que el golpe es menos fuerte. Si viajas en avión (algo que hacemos ya hasta para ir a destinos que están a cuatro horas de viaje en coche y de lo que Greta no estaría nada orgullosa) la llegada es diferente. 

Tras el aviso del o la piloto (lástima que todavía no he viajado con una piloto, aunque sí que conozca) de que empieza el aterrizaje en veinte minutos, apenas te da tiempo a cerrar la pantalla del asiento, colocarte el cinturón, subir la bandeja, buscar una ventanilla y decir la frase que suelo siempre decir: ahora sí que sí. El golpe en el suelo te recoloca los nervios y deja caer las primeras lágrimas de adrenalina. Ahora sí que sí.

Depende de lo que dure la recogida de equipaje y el proceso de inmigración que luego explicaré, el momento clave tarda más o menos en llegar, pero cuando llega lo sabes. Se abre la puerta de llegadas y, arrastrando un carro lleno de equipaje, no puedes evitar mirar si alguien ha venido a recogerte. Echas un vistazo de segundo alrededor y en voz alta y con una sonrisa que apuntaba a carcajada, dices: ¿qué estoy haciendo aquí? 

Ese momento, ese segundo de confusión que te hace poner el carro a un lado para apoyarte y pretender que es la décima vez que llegas a ese aeropuerto, es el momento que nunca se olvida. Perdida, confundida, curiosa, nerviosa y con ganas de “me cojo un avión de vuelta si no fuera porque estoy muy lejos (pero muy muy lejos)”, vuelves a mirar alrededor y te relaja ver que aquí, en este lado del mundo, también hay africanos que esperan la llegada de sus familiares durante horas antes de que llegue. 

Aún tengo dudas de por qué tanto desconcierto.. pero recuerdo una palabra: normalidad. Un aeropuerto normal, tirando a pequeño, con gente amable, tranquila, con unos oficiales de inmigración demasiado amables y una llegada tranquila, con todas las maletas, nada que abrir, nada que declarar, nada de lo que asustarse ni por lo que agarrarse el bolso. ¿Eso era lo que pasaba? ¿Todo había sido normal? 

Las 23 horas de vuelos, más las horas de viaje hasta Madrid hicieron que llevara en pie más de 30 horas, pero había conseguido dormir en el vuelo, a pesar del movimiento de asiento al tener a un pobre hombre con alguna minusvalía en sus piernas en el asiento de detrás. 7 horas me atrevería a decir. Por lo que llegué y no tenía sueño. No estaba cansada.





(A lo mejor sí que estaba un poco cansada...)

Cuando llegué a Kazajstán hace ya muchos años, recuerdo (creo que bien) que escuché la voz de mi madre cuando llegué a mi habitación en Shymkent, tras llegar a Almaty y subirme a un tren nocturno de más de 16 horas de viaje. Cuando colgué, recuerdo que me cayó una lágrima. Ese fue el momento clave de la llegada de ese viaje. Hasta que no haces la conexión de tu mundo con el nuevo no eres consciente de lo que acabas de hacer, de adónde te has ido a parar. 

Apoyada en el carro, mirando alrededor y viendo que ya los animales me daban la bienvenida en un friso que adornaba toda la pared del interior de la sala de llegadas, Internet hizo que no tuviera que esperar 16 horas hasta poder crear ese momento. “¿Mamá? Ya estoy aquí. Ya he llegado”. Y conmigo, la primera y última lágrima. Ahora sí que sí.

Submomentos clave


El momento que tienes que colgar y dejar de avisar a los más importantes que has llegado, empujar el carro y salir a la calle para coger un taxi que te llevará a tu nueva casa, con suerte para todo el año. Cuando la acción depende exclusivamente de ti, el tiempo se hace denso y dudas si sentarte en una silla con todos esos africanos que parece que llevan toda la vida esperando o arrancar hacia la puerta de salida con las mismas ganas que si te estuviera esperando un puesto de helados de colores al salir del colegio cuando tenías 5 años. Empujas, concentrada en no tirar ninguna de las maletas y te vas en busca del taxi que acabas de pedir, sin saber muy bien ni dónde ni adónde.


Resultado de imagen de mapa australia brisbane




No hay comentarios: