sábado, 8 de febrero de 2020

MI HOGAR AUSTRALIANO


Vivo en la casa del primer anuncio que vi en Internet que me gustó mucho. Tuve una muy buena intuición; me gustó la casa y me gustó la explicación que hacían de ella y de lo que se esperaba del nuevo inquilino. Escribí pero no cuadraban las fechas de alquiler con la de mi llegada, así que seguí buscando. Un día vuelvo a recibir un mensaje de uno de los compañeros de piso diciendo que creen que encajaría perfectamente en la casa y que pueden adaptarse para que cuando llegue pueda tener una habitación en la casa.

Es una casa típica de esta zona, se llaman “queenslanders” y se caracterízan porque son monísimas, de madera, pero si no hay aire acondicionado (y ese es mi caso) pasas mucho calor en verano y frío en invierno. La diferencia aquí entre verano e invierno básicamente son las lluvias.
La casa sigue teniendo una bonita energía y cuando te estás acercando, por ambos lados de la acera, empieza a oler a madera.

¿Anécdotas si acabo de llegar? Pues incluso antes de aterrizar: 
Le pido a uno de ellos que pase mi teléfono a los otros compañeros para que cuando yo llegue alguien me abra la puerta porque no tendré wifi en cuanto salga del aeropuerto. Él me escribe que vale, y que la contraseña es: todas las intenciones se terminan al llegar a casa. ¿Dónde meto esa contraseña en una máquina en la puerta? Pero si la casa es de madera. No tendrá mirilla y será una zona poco segura y tienen que comprobar quién llama.  Estuve un buen rato pensando que al llegar a la puerta de la casa tendría que decir esa contraseña para poder entrar. Tardé aún más rato en descubrir que estaba hablando de la contraseña del wifi.

Toda la estructura de la casa es de madera y está en alto, por lo que en algunas partes del suelo, entre alguna grieta o agujero, puedo ver el suelo subterráneo. Quiero pensar que por esos agujeros no se puede colar bichos grandes. Hoy me han dado un consejo: si vives en una Queenslander, sacude tus zapatos antes de ponértelos. Uno de mis compañeros de la casa me dice: Céntrate en lo que quieres y no en los “y si”. Qué fácil es decirlo, amigo...

Esto me recuerda cuando mi compañero de batallas en Ghana me llamó para decirme que una serpiente de casi 2 metros estaba dentro de su comedor. Vivía a 10 minutos andando de mi habitación, dentro de la Universidad. Cuando vi la foto bajé corriendo a la recepción donde estaba y le dije al chico que estaba en ese momento: dime que esto no puede ocurrir aquí o me voy al aeropuerto ahora mismo y aquí os quedáis. Madame, fumigamos una vez al mes, tranquila que eso no va a pasar. Me lo quise creer como cuando aquí me dicen que la foto que he visto de una serpiente en South Brisbane (pensaba que era a las afueras por el nombre pero está bastante cerca de donde yo vivo) es un caso excepcional y que no es normal que una serpiente enoooorme se meta en la cama de alguien. 





Por ahora no he tenido encuentro con ningún animal (arañas, serpientes) en casa, pero me han dicho (lo he podido confirmar por el ruido que hace) que en el jardín contamos con un tiliqua (blue tongue lizzard). Hasta ahora solo he visto murciélagos y probablemente del mismo tamaño que los que había en Accra.
Aquí dejo una fotito de mi nuevo vigilante nocturno:


Resultado de imagen de blue tongue lizard

Sí, lo sé. Parece mentira que haya estado en África. Tengo más miedo ahora que allí, pero no es así. Lo que pasa es que el miedo no se resetea; se alimenta cada vez más y se olvida de que ya hemos pasado por un momento así y nos trata como si fuéramos nuevos en esto. Y que soy africana hasta para el miedo a las serpientes. 


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