EL
SHOW DE TRUMAN
Seguramente
todos hayáis visto la película de Jim Carrey, titulada El show de
Truman, en la que su vida resulta ser un escenario y todos su
alrededor una farsa. Muy lejos de decir esto de Brisbane o de mi vida
aquí, quisiera decir que hoy, cuando he bajado al jardín para
tender la ropa que llevaba sin conseguir secarse durante dos semanas
por la lluvia, me ha parecido como si el sol fuera una farola de neón
blanco, que ilumina toda la ciudad y entonces lo he entendido: el sol
aquí es como la luz en el escenario de Truman, falsa, superficial,
cegadora, blanca, blanca, blanca.
La
temperatura ahora es de 34ºC con una sensación de 38º. El sol te
despierta antes de las 5 y a las 9 de la mañana ya pica como si
fueran las dos del mediodía en la playa de Arenales sin sombrilla.
Los
pies y las piernas pesan como si llevaran a los lados sacos de arena.
Los ojos apenas se pueden abrir y de esquina a esquina de la calle
necesitas gorra, crema y llevar los hombros cubiertos.
Echaba
de menos Ghana y el universo no se ha pasado este detalle del calor
por alto. No sé dónde hace más calor, pero sí que puedo decir que
en estas casas típicas de madera, la sensación de horno en estado
de centrifugación es exagerada...
EDUCACIÓN
I: SONRÍE Y SIGUE CAMINANDO
Como
cuando trabajaba en la Oficina de la Unión Europea y por una extraña
razón que nadie te había explicado ni tampoco sabías por qué
ocurría y cada vez que te cruzabas con alguien por el pasillo, te
sentías con la obligación instintiva y natural de levantar la
cabeza, sonreír y en la mayoría de los casos atreverse con un
“hola”, aquí ocurre igual por la calle. Esta es una de las
razones por la la energía que transmite la ciudad es más tranquila
que una ciudad de este tamaño en otro sitio. La gente levanta la
cabeza y te sonríe.
La
semana pasada, en una gran avenida, me encuentro esperando para
cruzar de forma “ilegal” al lado de otro chico que intenta hacer
lo mismo: sin pasos de cebra, todos los coches por la izquierda y
podría ser hora punta.
Tú
primero, le dijo. Se ríe y me dice. ¿yo? no. Esperamos bastante
porque no hay manera de arriesgarse. Ahora es cuando dices: las
chicas primero, le digo. Se ríe. Deberíamos recuperar la sensación
de espera. Recuperarla y esperar, porque en esa espera suceden cosas
y nos vamos a casa con una sonrisa de más en el bolso.
EDUCACIÓN
II: SALUDOS Y EMPATÍAS EN LA VÍA Y VIDA PÚBLICA
Si
algo me llamó la atención el primer día que me subí al bus es que
la gente saluda al conductor/a (tengo que decir que hay muchas
mujeres conduciendo los buses, aunque me temo que entran dentro de
grupo social inferior porque todos los conductores son inmigrantes o
mujeres australianas). El conductor te mirará, te sonreirá y te
contagiará la sonrisa. Cuando bajan, se despiden TODOS con un
“gracias” en alto y a algunos hasta les da tiempo de desearle un
buen día.
A
veces (bastante a menudo) los conductores gastan bromas, demuestran
su buen humor al volante y la gente del bus se ríe, se ríe mucho. Y
te das cuenta otra vez: necesitamos reírnos entre desconocidos para
conectar, para sentirnos más humanos.
El
otro día bajé del bus y olvidé decir “gracias” ¡El acabose!
El conductor me pitó y me levantó la mano. Estuve varios días
pensando que era a mí por haber sido tan ingrata (este es un
adjetivo de mi abuela que aunque ella siempre lo diga enfadada, a mí
me hace mucha gracia) hasta que he visto que parece que es algo que
hacen siempre cuando van a volver a incorporarse a la vía.
Si
ocurre algo que no es políticamente correcto, demostrarán que no
están de acuerdo y defenderán su causa: en uno de los viajes de
camino a la universida, el que parece ser su hijo avisa al que parece
ser como mínimo su padre de que se han equivocado de bus y que deben
bajarse en la siguiente. El padre, que en ningún momento se para a
pensar que ha podido ser culpa o despiste suyo propio, empieza a
gritar al conductor algo que yo reconocí como “si hablaras inglés
(no sé si dijo bien) no nos habríamos equivocado. Empezaron los
insultos, coletillas demasiado típicas en el idioma inglés y cuando
llegaron a la parada, bajó del bus sin dejar de gritar y protestar.
El conductor, cansado de sacar paciencia, bajó del bus e intentó
explicarle. Desde dentro ya no se oía nada pero pude ver que no
llegaron a ningún acuerdo. El conductor volvió a subir al autobús
y nos fuimos. Cuando llegué a mi parada, una chica, salió por la
puerta trasera y entró por la delantera: siento mucho lo que ha
ocurrido. Debatieron un poco la situación y yo hice lo mismo; salí
por la trasera y me asomé por la delantera: lo siento mucho. Son
cosas que pasan. Mejor no darle fuerza y mantener la calma. No pasa
nada. No me voy a poner a su nivel. Intercambiamos los dos de forma
alternada.
Todo
se pega, pero lo bueno se contagia. Todo acto de bondad y empatía,
como la sonrisa, las buenas palabras, el ánimo y el reconocimiento.
***
Si
cuando vas caminando por la calle, un chico se cruza contigo, se
quita el sombrero y te dedica un: pasa buena noche... ¿Qué
significa?
***
Si
cuando vas caminando, un hombre sentado en un banco con su compañero
de deporte no cerca de tu paso, y sus dos bicicletas, te dice: feliz
fin de semana... ¿Qué significa?
Esperando
al bus todos escuchamos un ruido, como un grito que venía de la
acera de enfrente. Yo miré a un chico que pasaba por delante de mí
y como el ruido me hizo gracia y tenía presente que hay que sonreír
a la personas con la que te cruzas, sonreí y le dije con la mirada:
me ha hecho gracia el grito. Al mismo tiempo él se giró hacia el
grito para ver qué pasaba: una mujer estaba parada frente a un
hombre, aparentemente conocido, quien la agarraba del brazo con
fuerza y le decía algo. El chico, de unos ¿20 años? Se quitó los
cascos grandes que llevaba en las orejas, dudó si cruzar, esperó un
poco para ver si quedaba en nada la cosa y todos vimos que unas
chicas cruzaron hacia ellos para hablar y ver qué estaba pasando.
Volvió a gritar la mujer y él chico no se lo pensó, cruzó y se
acercó. Al final, las chicas se fueron con ellos, como unos
guardaespaldas. El chico se dio la vuelta y volvió a cruzar hacia el
lado donde yo estaba y siguió su camino. 20 años, o menos, y no se
lo pensó ni un momento. El sentido de lo correcto e incorrecto
moralmente en la vía pública está muy marcado y defendido. Fue de
la única sonrisa que hasta ahora me arrepiento de haber regalado.
2 comentarios:
La diversidad cultural es encantadora! Muchas gracias por haber compartido...
Gracias Gloria. Un placer.
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