martes, 18 de febrero de 2020

MÁS IMPRESIONES: CURIOSIDADES Y OBSERVACIONES II


EL SHOW DE TRUMAN

Seguramente todos hayáis visto la película de Jim Carrey, titulada El show de Truman, en la que su vida resulta ser un escenario y todos su alrededor una farsa. Muy lejos de decir esto de Brisbane o de mi vida aquí, quisiera decir que hoy, cuando he bajado al jardín para tender la ropa que llevaba sin conseguir secarse durante dos semanas por la lluvia, me ha parecido como si el sol fuera una farola de neón blanco, que ilumina toda la ciudad y entonces lo he entendido: el sol aquí es como la luz en el escenario de Truman, falsa, superficial, cegadora, blanca, blanca, blanca.
La temperatura ahora es de 34ºC con una sensación de 38º. El sol te despierta antes de las 5 y a las 9 de la mañana ya pica como si fueran las dos del mediodía en la playa de Arenales sin sombrilla.
Los pies y las piernas pesan como si llevaran a los lados sacos de arena. Los ojos apenas se pueden abrir y de esquina a esquina de la calle necesitas gorra, crema y llevar los hombros cubiertos.
Echaba de menos Ghana y el universo no se ha pasado este detalle del calor por alto. No sé dónde hace más calor, pero sí que puedo decir que en estas casas típicas de madera, la sensación de horno en estado de centrifugación es exagerada...

EDUCACIÓN I: SONRÍE Y SIGUE CAMINANDO

Como cuando trabajaba en la Oficina de la Unión Europea y por una extraña razón que nadie te había explicado ni tampoco sabías por qué ocurría y cada vez que te cruzabas con alguien por el pasillo, te sentías con la obligación instintiva y natural de levantar la cabeza, sonreír y en la mayoría de los casos atreverse con un “hola”, aquí ocurre igual por la calle. Esta es una de las razones por la la energía que transmite la ciudad es más tranquila que una ciudad de este tamaño en otro sitio. La gente levanta la cabeza y te sonríe.
La semana pasada, en una gran avenida, me encuentro esperando para cruzar de forma “ilegal” al lado de otro chico que intenta hacer lo mismo: sin pasos de cebra, todos los coches por la izquierda y podría ser hora punta.
Tú primero, le dijo. Se ríe y me dice. ¿yo? no. Esperamos bastante porque no hay manera de arriesgarse. Ahora es cuando dices: las chicas primero, le digo. Se ríe. Deberíamos recuperar la sensación de espera. Recuperarla y esperar, porque en esa espera suceden cosas y nos vamos a casa con una sonrisa de más en el bolso.

EDUCACIÓN II: SALUDOS Y EMPATÍAS EN LA VÍA Y VIDA PÚBLICA

Si algo me llamó la atención el primer día que me subí al bus es que la gente saluda al conductor/a (tengo que decir que hay muchas mujeres conduciendo los buses, aunque me temo que entran dentro de grupo social inferior porque todos los conductores son inmigrantes o mujeres australianas). El conductor te mirará, te sonreirá y te contagiará la sonrisa. Cuando bajan, se despiden TODOS con un “gracias” en alto y a algunos hasta les da tiempo de desearle un buen día.
A veces (bastante a menudo) los conductores gastan bromas, demuestran su buen humor al volante y la gente del bus se ríe, se ríe mucho. Y te das cuenta otra vez: necesitamos reírnos entre desconocidos para conectar, para sentirnos más humanos.
El otro día bajé del bus y olvidé decir “gracias” ¡El acabose! El conductor me pitó y me levantó la mano. Estuve varios días pensando que era a mí por haber sido tan ingrata (este es un adjetivo de mi abuela que aunque ella siempre lo diga enfadada, a mí me hace mucha gracia) hasta que he visto que parece que es algo que hacen siempre cuando van a volver a incorporarse a la vía.

Si ocurre algo que no es políticamente correcto, demostrarán que no están de acuerdo y defenderán su causa: en uno de los viajes de camino a la universida, el que parece ser su hijo avisa al que parece ser como mínimo su padre de que se han equivocado de bus y que deben bajarse en la siguiente. El padre, que en ningún momento se para a pensar que ha podido ser culpa o despiste suyo propio, empieza a gritar al conductor algo que yo reconocí como “si hablaras inglés (no sé si dijo bien) no nos habríamos equivocado. Empezaron los insultos, coletillas demasiado típicas en el idioma inglés y cuando llegaron a la parada, bajó del bus sin dejar de gritar y protestar. El conductor, cansado de sacar paciencia, bajó del bus e intentó explicarle. Desde dentro ya no se oía nada pero pude ver que no llegaron a ningún acuerdo. El conductor volvió a subir al autobús y nos fuimos. Cuando llegué a mi parada, una chica, salió por la puerta trasera y entró por la delantera: siento mucho lo que ha ocurrido. Debatieron un poco la situación y yo hice lo mismo; salí por la trasera y me asomé por la delantera: lo siento mucho. Son cosas que pasan. Mejor no darle fuerza y mantener la calma. No pasa nada. No me voy a poner a su nivel. Intercambiamos los dos de forma alternada.
Todo se pega, pero lo bueno se contagia. Todo acto de bondad y empatía, como la sonrisa, las buenas palabras, el ánimo y el reconocimiento.

***
Si cuando vas caminando por la calle, un chico se cruza contigo, se quita el sombrero y te dedica un: pasa buena noche... ¿Qué significa?

***

Si cuando vas caminando, un hombre sentado en un banco con su compañero de deporte no cerca de tu paso, y sus dos bicicletas, te dice: feliz fin de semana... ¿Qué significa?

Esperando al bus todos escuchamos un ruido, como un grito que venía de la acera de enfrente. Yo miré a un chico que pasaba por delante de mí y como el ruido me hizo gracia y tenía presente que hay que sonreír a la personas con la que te cruzas, sonreí y le dije con la mirada: me ha hecho gracia el grito. Al mismo tiempo él se giró hacia el grito para ver qué pasaba: una mujer estaba parada frente a un hombre, aparentemente conocido, quien la agarraba del brazo con fuerza y le decía algo. El chico, de unos ¿20 años? Se quitó los cascos grandes que llevaba en las orejas, dudó si cruzar, esperó un poco para ver si quedaba en nada la cosa y todos vimos que unas chicas cruzaron hacia ellos para hablar y ver qué estaba pasando. Volvió a gritar la mujer y él chico no se lo pensó, cruzó y se acercó. Al final, las chicas se fueron con ellos, como unos guardaespaldas. El chico se dio la vuelta y volvió a cruzar hacia el lado donde yo estaba y siguió su camino. 20 años, o menos, y no se lo pensó ni un momento. El sentido de lo correcto e incorrecto moralmente en la vía pública está muy marcado y defendido. Fue de la única sonrisa que hasta ahora me arrepiento de haber regalado.




2 comentarios:

gloria dijo...

La diversidad cultural es encantadora! Muchas gracias por haber compartido...

Ruthiki dijo...

Gracias Gloria. Un placer.