viernes, 2 de diciembre de 2016

COMO EN CASA

Hace mucho tiempo que no escribo y no os pongo a día. Os pido perdón pero no he tenido tiempo de ordenar todo lo que estoy viviendo en la mente y en el ordenador. Ya ha empezado a pasar el tiempo rápido también aquí, con el trabajo y las obligaciones.

No es lo mismo viajar como turista a un sitio que trabajar y tener que vivir las mismas situaciones que una persona local puede vivir a lo largo del día. A veces me sorprendo andando a toda leche por la calle y olvido mirar el color del cielo anaranjado de un rápido amanecer o los árboles tan bonitos que rodean la universidad. A veces me doy cuenta de mi fallo y miro hacia arriba o a los lados y respiro, respiro fuerte, y me vuelvo a sentir extranjera, nueva, casi como el primer día.

Me muevo por la ciudad con normalidad, a veces con prisas, otras como si hubiera nacido allí y tuviera todo el tiempo del mundo, como una más. Hay barrios que aún no he visto, algunos de ellos turísticos, otros no tanto y el tiempo pasa rápido. Planes que se solapan, amigos que tengo que juntar en el mismo plan y acabo haciendo una ONU en una exposición o película; actividades que coinciden en hora y tienes que cancelar o posponer; actividades que no sabes exactamente dónde tienen lugar pero que buscar más o menos y con tus ganas de llegar y medio buena orientación llegas a tiempo como si conocieras el lugar de toda la vida; pensamos que a veces es el lugar el que hace que un sitio, una experiencia sea interesante, pero hay cosas llevamos dentro de nuestra maleta interior que hacen que no importa donde estés, el sitio, la experiencia y la gente sean algo excepcional.

Cuando llegué en septiembre, los primeros días y semanas fueron tan intensas que me preguntaba mucho si llegaría el día en qué sabría si quería quedarme aquí otro año más. Al principio todo es nuevo y tú mente se tiene que preocupar por cosas tan básicas como comer, dormir, que haya luz, agua y saber dónde están los primeros sitios a los que hay que ir para poder trabajar, reunirte con alguien o saber cómo volver a casa sin perderte. En esos momentos tan intensos, donde todo es tan nuevo, tan distinto, tan agotador, la incertidumbre hace que te preguntes esas cosas y recuerdo el día que me lo pregunté y me entró mucha curiosidad.

Sólo han pasado menos de tres meses y es increíble lo enamorada que estoy de esto. Estoy enamorada del país, de la gente, del viaje, de la música, del momento. Supongo que las sensaciones y emociones se irán transformando, como es de esperar, pero por ahora mi única obligación es disfrutar de cada momento y no pensar en más allá que hoy. Estoy feliz. Muy mucho, como dicen mis alumnos. 

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