¡¡Ya estoy en África!! Después de cinco
horas y media de vuelo ya estoy, como ha dicho la chica que había sentada
delante de mí en el avión, “pisando tierra africana”.
Las vistas desde el avión de la ciudad de
noche han sido espectaculares, como un mar de luciérnagas dormidas. El vuelo ha
sido tranquilo y con mucha meditación y lágrimas, pues al ser de Vueling no
había películas que ver ni cosas que comer. El despegue lo hacen con música, lo
que ha reforzado mi ñoñeo y ganas de llorar. Me he dejado el móvil en modo
avión y he estado viendo fotos de estos días, de la despedida en el aeropuerto
y he estado luchando entre dos sentimientos: tristeza y expectación.
Durante el vuelo he empezado a leer la
guía de Ghana, que no había leído antes…: el apartado de salud me ha asustado
un poco. Llevo bastantes medicinas pero no todas las que indican en la guía.
Debo reconocer que en este tema debería haberme informado más y haber sido más
precavida.
Me ha llamado la atención que te adviertan
de que al día puedes recibir más de 20 propuestas de matrimonio, que es
recomendable decir que tienes pareja esperándote en otro sitio y que incluso te
debas poner un anillo falso de compromiso…
Ha sido muy bonito sentir que el avión
tocaba suelo y más cuando he bajado de éste y he empezado a caminar por la
pista, viendo a las primeras personas gritándose unas a otras para que cortaran
el paso porque por lo visto estábamos cruzando por un sitio donde no se podía o
ellos, con un carro de maletas, tenían que pasar primero. La primera vigilante
de seguridad que me he encontrado al entrar al edificio luchaba por mantener
los ojos abiertos de sueño que tenía.
La zona de aduana ha sido muy rápida, no
han mirado ni la cartilla de vacunación, simplemente he tenido que rellenar una
tarjeta de inmigración con los datos generales del vuelo y propósito del viaje
(añado datos al final para las visitas interesadas) y tras una foto digital y
poner las huellas dactilares (primero te hacen poner los cuatro dedos de la
mano derecha y el pulgar por separado y lo mismo con la otra mano), he salido a
por mi equipaje. He visto que a algunas personas les paraba personal del
aeropuerto para abrir maletas pero al ver que había gente que no paraba y
pasaba justo por el medio, yo he hecho lo mismo.
Las salidas del aeropuerto son imágenes,
olores, temperatura…que se quedan grabados en la memoria y no se olvida por
muchos años que pasen. Nada más salir he visto a muchas personas con carteles y
yo he hecho todo lo que he podido por parecer alguien que lleva viniendo a
Ghana todos los años por Navidad…alguien del aeropuerto me ha preguntado que de
qué vuelo era y justo cuando le he contestado, precavida por todo lo que me
habían advertido de no hablar con nadie ni dar ninguna información, he visto a
un chico blanco que agitaba un papel con mi nombre; ¡¡qué alegría me ha dado!!
Han venido corriendo a saludarme. Enseguida ha llegado el coordinador del
departamento y me han llevado a su coche, donde nos esperaba la mujer de éste.
La verdad que antes de venir estaba
tranquila y nada de miedo pero sí que es cierto que el momento cuando llegas a
una ciudad solo y te tienes que enfrentar a la lucha de los taxistas que se
pelean por llevarte, cogerte la maleta y cobrarte el máximo posible, me daba
mucha pereza. Cuando me pusieron en contacto con este profesor y se ofreció a
venir también él a recogerme, aparte de los responsables por parte de la
universidad, fue para mí un regalo porque lo primero que necesitamos las
personas cuando llegamos a un sitio extraño es sentirse protegido. Yo lo he
sentido.
Se han sorprendido de mi inglés y con cara
de chiste me han dicho que cuentan conmigo para los próximos cinco años, a lo
que yo me he limitado a decir que mi beca era de un año…hemos llegado a la
Universidad y después de más de media hora intentando localizar a alguien no
han sabido averiguar dónde están las llaves de mi apartamento.
Mientras tanto, Yuri me ha estado contando
historietas de cuando él llego, ya hace siete años, cuando tuvo que pagar a
unos por llevarles sólo la maleta y cuando se acercó la policía a preguntar qué
pasaba, ésta también le pidió dinero; de los cortes de luz hace años que
duraban un día entero y al día siguiente mediodía, y así sucesivamente; de
aprender a ser insistente para que hagan lo que les has pedido; de un
carpintero en la residencia que entró en su habitación con llave aun estando él
dentro; de los estudiantes que se oían mientras hablábamos que suelen rezar
enfrente y entran como en trance…
Cuando han visto que no se podía hacer
nada con la llave, Yuri se ha despedido y el resto me ha llevado por el campus
en busca de otra habitación para pasar la noche. Al final, me han dejado en un
“guest house” fuera de la Universidad. Me han dicho que a las 10 me llaman,
pero me he dado cuenta que no me han dejado un móvil ganés que me iban a dejar
para poder localizarme…empieza la aventura! Iba a salir a decírselo cuando me
he dado cuenta pero he empezado a escuchar voces subir a la planta donde estoy
yo y como me han dicho que no abra a nadie si me tocan a la puerta pues he
decidido no salir y ver mañana qué pasa. Digo yo que se darán cuenta que no me
han dejado el móvil y que recordarán dónde estoy durmiendo…
Mientras esperaba en el coche he visto
unos murciélagos más grandes que yo.
Ahora sí que sí. Ya estoy aquí. No hay
vuelta atrás.
3 comentarios:
Ruth! Mucha suerte! Con lo que cuesta verselas con el patriarcado a diario en España...no m quiero ni imaginar África y tener q decir que tienes novio todo el tiempo!!!
Siií Virgi, poco a poco. De momento cada minutos es una sorpresa y aventura. Por ahora si les paras los pies son obedientes y respetuosos ;). Un abrazo enorme!!!
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