domingo, 18 de enero de 2009

Llegada a Shymkent 18 diciembre. La ciudad en Navidad.

Llegamos a Shymkent el 18 por la mañana (15 horas de viaje acompañados de un matrimonio mayor con su nieta. El hombre a media noche pegó tal grito en sueños que todos nos despertamos pensando que le había dado algo…) y para nuestra sorpresa, la ciudad nos recibió hasta arriba de nieve. Ya habíamos estado viendo nieve desde el tren unas horas antes de llegar pero no esperábamos que fuera a haber tanta.

De camino al piso, el taxi también nos quiso dar la bienvenida de una forma especial: al estar la carretera con la primera helada de la noche, el coche, que aquí las cadenas no saben lo que son…, de repente dio una vuelta de 360º como si fuera las agujas de un reloj; una demostración del lago de los cines al más puro estilo kazajo, eso sí, fue tan lento que el taxista, en cuanto el coche se puso de frente a la carretera otra vez, siguió su marcha como si nada. Recogimos las llaves del piso y yo marché a trabajar, a ver si la jefa me había echado de menos. El lunes había preguntado por mí pero Lili y Valerie le dijeron que me habían visto ocupada con unos alumnos y arreglado. Cuando llegué, me informé de lo que tenía que decir y cuando me vio y me preguntó que por qué no había ido a la reunión del lunes (esas reuniones que hace ella en ruso y de las que no hace falta que vaya porque no me entero de nada y no hablan de nada que me incumba) le contesté lo mismo que habían dicho mis compas y me hice la loca. Entendí cómo funciona aquí la cosa: no se puede ir de buena, hay que hacer las cosas, esperar la reprimenda si es que la hay y palante, como los de Alicante, eso que te llevas porque sino no haces nada.


Aquí os dejo alguna foto de cómo nos recibió la ciudad. Blanca, blanca, blanca:




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