viernes, 2 de diciembre de 2016

VIAJE A BOLGATANGA, PAGA Y KARIMENGA

Este ha sido el primer viaje que he hecho desde que he llegado. Conocí a una chica española en la página de "españoles en Ghana" y me ofreció irme con ella al norte y no me lo pensé dos veces. Reservé billetes de autobús y me fui. La aventura aquí empieza antes de llegar al destino final, pues tras un trotro que me dejó en la parada de autobús más caótica de todo Accra en la que no podías dar un paso sin cruzarte a decenas de personas, cabras, carretillas, coches que hacen las rotondas rectas, vendedores, etc. un chico en el trotro me acompañó a la parada desde la que salía mi autobús y allí tuve que esperar dos horas porque te citan dos horas antes para asegurarse que todo el mundo está allí a la hora.




Hay personas que se dedican a ordenar todos los paquetes y maletas y a ponerles etiquetas o escribir encima el destino final y unos códigos. Sorprendentemente, mi autobús salió sólo con diez minutos de retraso. Llegué a las 14 y mi autobús salía a las 16. La espera no se hizo pesada, conseguí sentarme primero en una sobra en el suelo y luego en una silla y mientras todo el mundo estaba atento a unas televisiones con un partido de fútbol, yo me dediqué a observar.


Empezamos el viaje.



Cerca de la parada de autobús, en la misma estación. Fue muy impactante ver todo lo que se cocía en las vías del tren. Emergía de las vías un pueblo entero, lleno de vida, suciedad y resignación.


Están atadas, comiendo lo poco que hay alrededor.


Esta mirada es un claro ejemplo de las 20 horas que pasé de trayecto de ida. Tenían que haber sido 14 pero un accidente en la carretera nos detuvo cuatro horas sin poder dar un paso.


La verdad es que mi foto era para las jaulas de animales pero curiosamente el elemento principal ha pasado a ser el anuncio de publicidad que hay en medio.


Llegué a Bolgatanga a las 9:30 de la mañana. No se me hizo pesado, la verdad, no sé si porque era el primer viaje que hacía por el país, porque pude ver el paisaje al menos un par de horas antes de que se fuera el sol, aun estando todavía muy cerca de Accra.

Ya me habían advertido. El mayor problema de viajar por África son los baños. Mi mayor preocupación era dónde iba a poder ir al baño, qué se le va a hacer. Intenté no beber mucho, porque aquí los autobuses no paran cada dos horas. Después de más de 6 horas sin una parada, a un pasajero se le ocurrió protestar y todos se lanzaron a decir "this is too much", o lo que viene siendo lo mismo "ya está bien, hombre, O nos paras o nos meamos encima". Así que el conductor, sin bajar mucho la velocidad, paró en la cuneta, donde todos corrieron al camino. Los hombres casi no llegan ni a bajar de la escalera. No entienden la idea de "intimidad" o "pudor" en cuestiones de higiene. Yo me puse a caminar en busca de algún hueco y unas mujeres, como muestra de apoyo por ser la primera en iniciar la expedición, me siguieron. No había mucha elección y los hombres desde donde estaban nos miraban pero era cuestión de prioridades y una necesidad urgente.

Como en los países árabes, muchas llevan faldas, así que en un momento han terminado. Yo lo tenía algo más complicado. Eso sí, una vez consigues hacerlo una vez. El resto de veces...donde fuera. Toda una experiencia.

La siguiente parada como ya he dicho antes, se debió a un accidente en la carretera que hizo que nos quedáramos parados unas cuatro horas sin saber qué estaba pasando. Yo dormí bastante del tirón y apenas me desperté ya estábamos en la siguiente parada.

En Kumasi paramos en la estación durante media hora. Me hice amiga de unos vendedores de todo tipo de objetos, ninguno adecuado para el tipo de viaje que estaba haciendo. A mi vuelta volví a ver a uno de ellos y al reconocerme, estuve hablando un rato con él.

No había visto dormir a tanta gente en el suelo como al llegar a Kumasi. Calles estrechas con pirámides de basura y gente alrededor durmiendo, en el suelo, rebuscando entre bolsas y montones de desechos. Entre tanta pobreza veo belleza, fotografía, pero me dolió el alma encontrarme con esto, sin avisar.

En el autobús me hice amiga de un chico que muy atento de vez en cuando se acercaba y me preguntaba si estaba bien o si estaba pudiendo descansar. La gente en el autobús era muy amable y respetuosa. Nos acompañó todo el viaje y a toda castaña (día y noche) un cd de Bob Marley y a las 20 de la noche bien pero a las 3 de la mañana dudo que tuviera algún sentido, a no ser que fuera para que el conductor no se durmiera.

Llegué a Bolgatanga a las 9:30 de la mañana. Mi amiga me estaba esperando. Fuimos a su casa, dejamos las cosas y cogimos lo imprescindible para empezar la excursión a Paga, uno de los puntos más al norte del país, lindando con Burkina Faso.

Paga es famosa por el santuario de cocodrilos. Dicen que son los guardianes de la ciudad y que por eso son animales inofensivos y amigables. Yo no soy nada amiga de las actividades con animales, y mucho menos en países del extranjero pero quisimos darle una oportunidad.

Pagamos una entrada cada una y aparte otra para lo que ellos llamaban "chicken". Supusimos que teníamos que pagar la ración de carne que le iban a dar a los cocodrilos ese día. Aceptamos la oferta, pero cuando empezamos a oír unos chillidos de pena y miedo, nos giramos y nos dimos cuenta de que dos gallinas pintadas, atadas de mala manera a un palo con una cuerda, chillaban al ver cuál era su destino.

Les dijimos que no queríamos que le dieran el animal al cocodrilo. Se pensaban que queríamos nuestro dinero de vuelta pero les insistimos que no era por el dinero sino por el animal. Entramos al estanque con muy mal cuerpo y descubrimos que en realidad al estanque se podía entrar sin necesidad de pagar por un camino lateral y que sólo había dos cocodrilos visibles, ya que como bien había dicho el chico que recogía el dinero de las entradas y el cual no nos hizo mucho caso cuando empezaron a hablar unos hombres al lado nuestro, nos dijo que estábamos en la estación de lluvia y estaban todos debajo del agua.

Aquí podéis ver a los dos elementos de la atracción turística:



Los turistas se hacen fotos sobre ellos, les cogen la cola, les abren la boca pero a mi amiga le dio miedo y a mí mucha rabia y pena. Intenté explicarle al guía que no quería usar al animal para el ocio pero no conseguí que lo entendiera.  Cuando le he explicado esta opinión hacia los animales a amigos ghaneses en Accra se han reído de mí, o bien porque me ven como una activista animal que no saben cómo gestionar o como alguien que no entiende que Dios ha creado a los animales para que nos los comamos y no ven motivo de salvar a una gallina.




Después del lago y los cocodrilos, alquilamos unas bicicletas y, a medio gas porque el calor era insoportable y nos habían dicho que estaba más cerca de lo que realmente estaba, fuimos al palacio Pia Palace. Para nosotros, nos chocaría la imagen que ellos tienen de palacio pero la explicación que nos dio el guía sobre todo el ritual que tienen para honrar a los muertos, juzgar a los culpables en la zona, los rituales de magia y creencias ancestrales merecieron mucho la pena.


En la plataforma roja que se ve se hacen los rituales. En la silla de piedra de la izquierda es donde se sienta el "chief" o jefe la comunidad. No se puede tocar. De hacerlo serás juzgado por toda la comunidad de un delito grave.






Cada piedra significa una persona que se ha enterrado en el palacio.




Para ser jefe de la comunidad, deberás pasar creo que dijeron 40 días dentro de esta cueva, sin contacto con el exterior. Tras ese tiempo, se dice que sales transformado en una nueva persona ya que todo el proceso de meditación que llevas a cabo te hace reflexionar cómo hacer mejor tu trabajo como jefe de la comunidad.


Cacahuetes secándose.



Si no recuerdo mal, el hombre de la izquierda, "Benjamin", tenía 80 años. Me pidió matrimonio, que me pondría una casa en la zona, a lo que yo le dije que hace mucho calor para mí y a lo que él contestó que me pondría también una piscina. Le dije que estaba casada y al final acabó pidiendo que saludara a mi marido. Nos dijo que nunca se había casado, cosa que nos pareció raro en la cultura africana.


Las niñas de la casa de Tania. 

Después de pasar el día en Paga, pasamos a por nuestras cosas a la casa de Tania y cogimos un trotro para llegar a Karimenga. En esta aldea hay un albergue llamado "grenhouse" en el que puedes vivir como viven los locales en esa zona y donde se llevan a cabo varios proyectos ecológicos. Para mí ha sido uno de los mejores lugares que he estado desde que he llegado. Me encantó dormir en un sitio como un local más y la experiencia de estar rodeada dos días de niños de la aldea ha sido para mí todo un regalo. Me quedé enamorada de todos ellos.

Dejo aquí en enlace por si alguien está interesado en saber más:

http://www.greenhouseghana.com/


Los baños :). Había váter pero caía todo a un pozo ciego. No se usa agua.


El albergue desde los baños.


La sala en el centro donde comer, leer, dormir, jugar, bailar, etc.


El techo de una de las habitaciones y donde puedes dormir. Nosotras lo hicimos y fue toda una experiencia.


Vista desde el tejado.


Desayunando "so richily".


Leyendo con algunos de los chicos. Algunos no saben leer aún y deberían haber aprendido hace años.



De lo mejor fue la ducha al aire libre y sobre todo por la noche. Al principio notas el agua fría, pero cuando echas un alarido y ves al mismo tiempo la luna y las estrellas.. se te olvida todo. El agua la teníamos que coger de una tinaja grande y sacarla con la cáscara de un coco, como el que estoy usando para echarla por encima. 


Me los comería a todos.





Mantin, de los más malotes pero más salao que las pesetas.


Antes de ponerse a dar vueltas bailando.






Clases de percusión.


Me impactaron dos cosas: los ojos de la niña pequeña, que eran dos lunes llenas, y la edad de su hermana, que cuidaba de ella como si fuera su hija. La pequeña se mantuvo observando todo sin rechistar toda la mañana, la dejaran donde la dejaran.



Momento de hacer el cabra.




Nuestra habitación por fuera.


Después de jugar al fútbol.







Donde sacan agua.



Se puso a llover y nos cobijamos en una especie de porchada. 



Visitamos uno de los proyectos que están haciendo: otro albergue ecológico, un huerto urbano y una piscifactoria.


Un mango al atardecer.



El hijo del dueño del albergue que nos acompañó a ver el proyecto. Se notaba que había tenido mucho contacto con los extranjeros porque tenía una forma de pensar diferente y era un chico muy abierto.


La cocina e Ibrahim, el dueño del albergue, esperando su ración de crèpes hechos por Tania, mitad española, mitad holandesa :). Servidora se puso las botas.


Por la noche tuvimos cuentacuentos y nos tuvieron pensando acertijos y enigmas, y escuchando cuentos de África muy bonitos.


Llega el momento de bailar.


Sí, lo sé. Voy en pijama.


 Despertarse y ver el amanecer así no tiene precio. Te despiertan pájaros, ruidos que no conoces y sobre todo un niño que subió a decirnos "morning" con una sonrisa de oreja a oreja.





Nuestra habitación por dentro. Aquí dormimos el primer día, porque montamos el campamento en el tejado pero cuando estaba a punto de quedarme dormida, subió el chico que cuidaba la casa y nos dijo "rain come" y nos tocó desmantelar todo el chiringuito y bajar a la habitación. Me encantó incluso la sensación de depender de la naturaleza para dormir.



Llega el día de irse. Todos los niños van saliendo de sus casa y nos acompañan hasta la carretera, donde estaríamos varias horas hasta que conseguimos irnos de vuelta a Volgatanga. Este niño era un amor, todo el tiempo cerca, tan tímido y me llevaba mis cosas como si fueran suyas, cuidando de no romper nada.



Día de misa. Todos deben ir guapos a la iglesia.



Mientras íbamos parando todos los trotros que pasaban y nos decían con las luces que iban llenos.


Una gasolinera.


Después de dos horas conseguimos parar un camión que iba a Burkina Faso pasando por Volgatanga. Dentro había también un chico que también había hecho autoestop e iba a Volgatanga. Nos contó que tuvo amigos que emigraron en patera a España y que no habían sobrevivido. Nos quedamos sin palabras.


Dejo como última foto a mi niño. Le prometí que volvería y espero poder hacerlo pronto. 

Y os dejo unos vídeos bailando, de la iglesia en la que entramos mientras esperábamos el trotro de vuelta que nunca llegó y otro niño que era un amor y resultó ser todo un profesional del baile y el canto:




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