sábado, 9 de julio de 2016

Las personas más importantes

Y para ir terminando quería añadir las imágenes de las personas que más presentes estuvieron durante mi estancia en este país. Todas ellas me ayudaron en mi experiencia e hicieron de mi año una experiencia única y maravillosa. Echo la vista atrás y me doy cuenta que pasé grandes momentos con ellos y con algunos aún mantengo el contacto y los tengo muy presentes, pues fueron para mí de gran ayuda y referencia:




Alumna de mi profesora de ruso en la universidad, empecé a darle clases de inglés porque se iba de beca a Turquía. Nos hicimos muy buenas amigas.


El equipo de profesorado del departamento de inglés más experto y con las que comía prácticamente todos los días. Comían muy poquito y siempre que podían me ofrecían. Con el paso del tiempo conseguí entenderme con la jefa de departamento, a mi izquierda, las otras tres profesoras del otro lado eran unos soles.


Mi AMIGA en Kazajstán, sin lugar a dudas. Desde el primer día que llegué nos quedamos unidas por un hilo que se extendió en la distancia pero que nunca se rompió. Seguimos en contacto y todo lo que hemos vivido juntas ha hecho que seamos muy buenas amigas y le tenga un cariño infinito.


Los amigos en Almaty, que veía cada vez que podía escaparme a ver a Ana. Con algunos de ellos he podido hacer los viajes a otros países y lo hemos pasado muy bien. 


Dos de mis grandes soportes en Shymkent, desde el primer día, gracias al antiguo lector que me pasó el contacto de Vicente. Recuerdo llegar un sábado por primera vez a la ciudad y quedar con ellos a cenar. Han sido de grandísima ayuda en todo momento.  Aun no teniendo ahora contacto, les estoy muy agradecida por todo lo que hicieron por mí en esos momentos.


Nunca pensé que podía reírme tanto con alguien al que apenas conocía. Nacho, o Balamban como lo llamaba yo porque decíamos que el kazajo era como decir todo rato "balamban balambambú" sin coger aire y de forma indefinida, era el lector de español en Astaná. Vino a visitarme a Shymkent y yo fui a verlo a Astaná. Recuerdo unos días de no poder moverme del dolor de agujetas de tanto reír. Nos llamábamos y nos reíamos mucho durante el curso. Seguimos el contacto y seguro que el universo nos vuelve a unir en alguno de sus rincones.


Mi profesora de ruso, con la que viví los últimos meses por cambios en la residencia y mi amiga en la actualidad. Me ha ayudado mucho con mis exámenes de ruso en España y siempre que hablamos me dice que me esperan y que vaya a verlos. La distancia hace a veces que parezca que todo el mundo que dejas atrás deje de existir, como si dejaran de moverse desde el mismo momento en el que sales de sus vidas, pero cuando ves fotografías recuerdas que ellos siguen con sus vidas y los echas mucho de menos.


Esta familia, dueña del internet café donde iba prácticamente todos los días a hablar con mi gente me ayudó mucho para hacerlo posible. Nos hicimos tan amigos que me invitaron a su boda. Les estoy muy agradecida porque se preocuparon mucho por mí y porque estuviera a gusto y feliz en su ciudad.


Estos dos profesores estuvieron desde el primer día a mi lado para ayudarme. Hablaban muy bien inglés y siempre intentaban que yo estuviera cómoda en el departamento. Con Bek, el chico, sigo manteniendo el contacto. Es una persona importante dentro del mundo de la educación y me alegro mucho por él.


Mi hermana en Shymkent. Mi experiencia, estoy segura, habría sido completamente distinta de no haber sido por ella. Me enseñó a manejarme por el sistema educativo y cultural del país, a hacer ganchillo, a no venirme abajo cuando las despedidas caían como losas, a ser fuerte, a valorar cosas en las que nunca me había parado a pensar. No me dejó llorar cuando nos dimos el último abrazo. Sé que sigue "enfadada" porque no me quedé más tiempo juntos a ellos, pero aceptó con madurez mi decisión y desde entonces nos escribimos no tan a menudo como quisiéramos para compartir nuestras vidas y decirnos los mucho que os echamos de menos. Siempre que viajo le mando una postal. Cuando me fui de allí intenté que viniera a España, me negaba a aceptar que alguien podía vivir sin haber llegado a ver el mar. A veces sueño que vuelvo y me paso toda la noche buscándola hasta que la encuentro, la abrazo y entonces tengo que partir. Iría a Kazajstán unas horas sólo para verla.


Mis alumnas de último curso de la Universidad. Aprendí yo mucho más de ellas que ellas de mí, estoy segura. No mantengo el contacto con ninguna de ellas y espero que les vaya muy bien, eran excelentes alumnas y personas.


Los únicos chicos en mis clases de español y uno de ellos no era ni mi alumno. Qué ganas le ponían a las clases y cómo se reían de oirse hablar en español.


Mis alumnas de primer curso. Qué bonicas eran. A algunas les sigo la pista y sé que son muy felices con sus vidas. Algunas siguieron mis consejos ;).


Max, el hijo de mi profesora de ruso y su mujer, Banu. Cuando me fui a vivir con ellos se convirtieron en mis hermanos y protectores. Pasamos muy buenos momentos y siempre me escriben para decir que se acuerdan mucho de mí y de la que fue mi pareja en ese momento. Siguen en Shymkent, con otra niña más aparte de Alua, también esperando a que vayamos a verlos.


Aquí tenemos a la duena del restaurante donde iba a comer casi todos los días y a su hija, de la que me hice muy amiga. Yo le ayudaba con el inglés porque quería irse a Estados Unidos en verano y ella me enseñó la vida allí. Su madre, aparte de cocinera, era peluquera e intentó todo el año cortarme el pelo pero no hubo manera.

No creo que ellos vayan a leer esto algún día pero al fin y al cabo este blog se ha convertido en un recuerdo para mí y los míos. Por eso, les doy las gracias y les mando mucha fuerza para que sean felices con sus vidas. Allí creían en la energía mental que podía cambiar las circunstancias si mucha gente enviaba el mismo mensaje desde la consciencia. Ahí va mi fuerza y mi energía positiva para vosotros. Mucha suerte en vuestros caminos.

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